lunes, 17 de agosto de 2015

El tiovivo






Tú, tan pequeña ante la inmensidad de un sueño hecho al fin realidad, el sueño de viajar en un tiovivo.

Miras embelesada las luces, los colores, los caballitos de ojos de cristal, las sillitas ingrávidas dispuestas a llevarte en volandas a ese feliz encuentro con las hadas y no puedes por menos que abrir mucho los ojos ante toda esa magia.

Aún ignoras que este enorme tiovivo es una alegoría de la vida. Que, cuando subas a él, sólo te llevará una y otra vez al punto de partida. Y sin embargo, al dar vueltas y vueltas, tú soñarás que vas a alguna parte, a un lugar mágico habitado por hadas y muñecas.

 Lo mismo nos ocurre a los adultos en ese otro tiovivo que es la vida: nos pasamos la existencia dando vueltas y vueltas para volver irremediablemente al punto de partida, a la negra oscuridad de la que un día surgimos.

Pero no importa. Porque a fin de cuentas, no es el destino lo importante, sino el camino que recorremos para llegar a él. Y es que ese bello sueño tuyo de dar vueltas y vueltas a ti te hará feliz. Y eso es, al fin y al cabo, lo que cuenta. Aún te falta mucho para descubrir la triste realidad. Ojalá no lo descubras nunca. ¡Así que, date prisa pequeña, el tiovivo te espera!

Súbete a un brioso corcel de largas crines  y deja volar tu imaginación. Deja libres tus sueños que ellos te llevarán donde deseas. Cabalga contra el viento de la cruel realidad y ríe y sé feliz. Quien sabe, tal vez lo único real sea tu viaje y todo lo demás sólo un sinfín de negras pesadillas.Tal vez.

Buen viaje, pequeña.