domingo, 9 de agosto de 2015

Mar tranquilo



                                     Matalascañas (Huelva)  (Fotografía propia tomada con el móvil)


¡No sé que tienen las olas
que brillan como diamantes
y arrullan a los amantes
que viven su amor a solas!
Y ríen las caracolas
mientras llora una guitarra;
al cante, doña cigarra,
flamenca y de talle fino:
 desde la copa del pino
su voz el aire desgarra.

El sol, cansado de cielo
se inclina buscando el mar:
el agua quiere besar
para sofocar su anhelo.
La tarde se peina el pelo
y sobre el mar lo derrama,
quiere meterse en la cama
antes que llegue la noche
con su risa, su derroche
 y su ardor de joven dama.

Y es este mar apacible
el que me acerca a tus ojos
cautivos tras los cerrojos
de un amor inaccesible,
de un amor tan imposible
como el planeta lejano 
al que tendemos la mano
para sentir su presencia.
¡Ay, cómo duele tu ausencia
este tórrido verano!