sábado, 14 de marzo de 2015

Soneto LVIII (En blanco y negro)





Llegué dejando atrás -¡suerte la mía!-
dos décadas infames, onerosas;
crecí como los cardos y las rosas:
vistiendo las espinas de poesía.

Pasé la juventud sin alegría
vagando entre paredes silenciosas,
soñando con mañanas luminosas
junto a mi siempre fiel melancolía.

Cuando logré volar hacia la vida,
me cegué con la luz de su fulgor
cual incauta polilla desvalida.

Solo cuando encontré por fin tu amor
una tarde de risa compartida,
comencé a ver el mundo de color.