martes, 17 de junio de 2014

Silencios






En llegando la noche
retorno a preguntarme
de una forma obsesiva
qué hice aquellos días
con su terco silencio.

Estaba allí, delante, 
con sus ansias ocultas.
Todo el tiempo expectante,
mirándome de frente 
-los ojos muy abiertos-
muriéndose en la espera 
frente a mis titubeos. 
Ofreciéndose impúdico, 
desnudo de ropajes 
y pidiéndome a gritos silenciosos 
que le rompiera el alma 
con hermosas palabras. 
Que por algo se llamaba silencio,
que para eso callaba, 
para ser violentado por el fuego 
del verbo más ardiente...

Pero no hubo respuesta. 
Tan sólo, más silencio. 

Y en noches como esta me pregunto 
por qué durante un año
a su silencio ardiente 
sólo supe responder días tras día 
con mi frío silencio.