domingo, 14 de abril de 2013

Tormenta


                                          Cáceres: Palacio de los Golfines de Abajo



Qué vacío en el aire de este abril indeciso!
¡Qué empalago de grises
en el lienzo profano de la tarde!

Hay negros nubarrones expectantes
que ansían desplegar sus alas acuosas
sobre los edificios estáticos,dormidos;
sobre los tristes parques solitarios,vacíos,
donde sombras siniestras y furtivas
se esconden de ellas mismas
para no soportar la soledad...

Se anticipa el ocaso detrás de los tejados
y un viento enfurecido doblega las palmeras.
Caen las primeras gotas que anuncian la tormenta
y,luego,
el cielo se derrama sobre las avenidas
como un río descarriado ignorante de brújulas,
como un torrente loco.

Después del aguacero,todo tiene otro lustre
donde la vida asoma con nueva pulcritud
entre la limpia hierba de verdores más vivos.

Y en el aire se quedan suspendidas
millones de gotitas diminutas
que el viento arrastrará
para lavar la cara demacrada
de esta ciudad dormida,
de esta tierra sin pálpito,
de este ciego país de seres indolentes,
de una España suscrita de por vida
a las fiestas paganas o sagradas,
a los bailes de bombo y pandereta,
al panem et circense de los césares
que hoy gobiernan Hispania con tesón.